Muchos de vosotros pensaréis que la posición de este fin de semana es una fracaso para mí, pero ni mucho menos estáis en lo más certero.
Llegar a este Campeonato con un mes y medio de entrenamiento de "calidad" y con un par de lesiones que a cualquiera le hubiese apartado de los entrenamientos (bursitis y fascitis en el mismo pié), una séptima posición en un Campeonato Nacional de Cross, durísimo por la temperatura y el circuito (que engañaba bastante) es un buen resultado. Estoy satisfecha, que no contenta, puesto que la mala suerte no quedó en las lesiones que llevaba sino que, además, sufrí una rotación de una costilla a falta de 4 kilómetros para terminar la prueba. ¿Cómo me pude hacer eso? ¡Ni idea! Creía que era una microrotura en el abdominal, tal y como me pasó este y el pasado año en Soria, pero tras llegar a meta una osteópata me dijo que se notaba perfectamente dicha rotación, apretándome demasiado el diafragma, con todo lo que ello conlleva.
La que pasé para llegar a meta no os lo podéis ni imaginar... La retirada estuvo en mi mente desde el primer momento que noté el pinchazo, la falta de aire, el mareo,...Pero algo que he entrenado últimamente es la capacidad de sufrimiento. No podía retirarme, primero porque el equipo me necesitaba y, segundo, porque no podía defraudarme. Volver a casa con una retirada para mí sería un gran fracaso. A pesar de todo, he estado entrenando y sufriendo para poder luchar en este Campeonato. Así que, por mí y por mucha gente que me apoya, debía de terminarla como fuese.
Me siento muy orgullosa. El hecho de acabar la prueba, para mí, ha sido una VICTORIA. Ahora sé que estoy en condiciones de encarar grandes retos, grandes esfuerzos. Ahora es el momento de soñar, de seguir caminando hacia esos sueños. Este fin de semana me ha dado esperanza, sé que se puede llegar al final del camino. Pero sobre todo...¡Sé que voy a llegar!
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