Ha
pasado tiempo desde mi última competición a alto nivel. Se podría
mencionar el intento de clasificarme al Campeonato de Europa de Campo
a través o al Campeonato de Europa Sub-23 de pista, pero quedaron en
eso, en intentos. Tengo grabado en la mente cómo eran los
entrenamientos destinados a intentar lograr todos mis objetivos, el
sufrimiento diario, pero ya no sólo por lo exigente que eran sino,
sobretodo, por el dolor tan inmenso y desagradable que soportaba día
tras día en el pie.
Lo
que no recuerdo, es correr sin dolor.
Todo
comenzó en Enero de 2013, tras una torcedura en mi tobillo
izquierdo. Aunque quizás, todo venga de mucho más lejos. El no
tener las instalaciones adecuadas, pues me incitaban a abusar de
terrenos muy duros y con mucha pendiente. Pero bueno, el destino
quiso que esta lesión la sufriera tras la maravillosa y mágica
temporada deportiva que hice 2011-2012. La verdad es que logré
muchísimos resultados deportivos que ni siquiera esperaba, siendo CAMPEONA y SUBCAMPEONA DE ESPAÑA en el mismo Campeonato, en 5000ml y 1500ml respectivamente.
En
aquel Enero coincidieron muchas cosas. No venía de una época muy
buena. Me dejaron fuera del Europeo de Cross tras una más que
merecida plaza y eso se mezcló con otros problemas, los cuales gracias a mi novio pude superarlo con creces.
En
aquel momento, decidí no echarle cuenta a la molestia, pues había
sido una simple torcedura de tobillo y en pocos días comenzaba mi
temporada invernal. Fue penosa. Desde aquel día no levanté cabeza.
No corría cómoda, no corría rápida, no corría libre. No corría
como yo. No me sentía preparada para acudir al Campeonato de España
de PC, aunque decidí ir a correr los Campeonatos de Campo a Través.
Tenía que ayudar a mi club y a mi Comunidad Autónoma y además no
molestaba tanto en terrenos blandos.
Tras
ello reposé unas semanas, que no sirvieron de nada. Los tratamientos
que estaba recibiendo tampoco sirvieron, pues en ese momento no se
sabía que era una fascitis plantar. Los médicos no veían nada
estructural en mi fascia y pensaron que todo era debido a mi tibial
posterior. Me desesperaba y el Campeonato de Europa de pista se
aproximaba.
Me
la jugué, y decidí ir a por todas. Quizás esta oportunidad de
representar a mi país en un Campeonato Europeo no se diese más.
Empecé con mi prueba favorita, el 1500ml, pero la intensidad de los
entrenamientos estaban destrozándome el pié. Reflexioné y medité, pues Con ese
dolor no llegaba a ningún lado y probé con la preparación para el
5000ml, con entrenamientos no tan rápidos.
Todo...
para nada. No pude lograr la mínima. El fallo obviamente era que
estaba corriendo con un pie menos, además de limitarme en todos los
entrenamientos. Le puse empeño, constancia y sufrimiento. Pero no
era cosa fácil, una mínima Europea no está al alcance de todos.
Terminé la temporada con una medalla de bronce en el Nacional, la
cuál me supo a nada.
Comenzaron
mis vacaciones con la esperanza de que ese dolor, que me despertaba
todos los días, desapareciese. Terminó el verano... y esa sensación
de pinchazo seguía ahí, parecía que no quería desprenderse de mi
cuerpo.
Fui
a Córdoba, por recomendación de una amiga, a ver a un buen
podólogo. Gracias a él y a su maquinaria pude conocer mi verdadera
lesión. La fascitis plantar, que no estaba sóla...sino acompañada de un
espolón calcáneo.
Ya
era Septiembre, volví al Centro de Alto Rendimiento de Medicina del Deporte con la esperanza de que, al saberse la verdadera lesión,
acertasen con el tratamiento y me recuperase pronto para empezar a
ponerme a punto para clasificarme al Campeonato de Europa de Cross.
No
dieron con la tecla. Magnetoterapia, ultrasonido, masajes, hielo,
acupuntura, vendaje funcional,... Nada. No mejoraba ni siquiera un
poco. Así que... otra vez me la jugué. Entrené duro, y parecía
que me había acostumbrado al dolor, pues ya no dolía tanto.
La
primera parada fue en Soria, no fue como lo esperado, pero lo
importante fue la 4ª posición. Parecía que estaba dentro. Tras
ello Atapuerca. El frío no le iba bien a mi pié. Mala fortuna, pues
ese día hacía muchísimo frío. Me abrigué mucho, pero sólo pude
lograr una 5ª posición. El pié no daba para más. Aún así, por
los criterios técnicos estaba "dentro" de la selección
nacional.
La
crisis fue la escusa y me quedé en casa, atontada, viendo cómo me
la había jugado para nada. Inédita tras lo ocurrido decidí ir a
visitar al Doctor Capapé, en Madrid y dar por finalizada mi
temporada.
Volví
sabiendo que el espolón no era grave. El tratamiento a seguir se
asemejaba al realizado en el CAMD, pero variaba en la introducción
de una nueva maquinaria: INDIBA. Y, por supuesto, en la reducción de
las cargas de entrenamientos.
La
INDIBA estaba muy lejos, no podía desplazarme a Madrid o Barcelona
cada dos por tres. Lo hubiese dado todo por ir cada tiempo que hiciese falta, pero no había dinero para ello... Me hablaron muy bien
de la Clínica Beiman y no dudé en ir, con la ayuda de la Federación
Andaluza de Atletismo, la cuál se ha ocupado de casi todos mis
gastos.
La
CLINICA BEIMAN, responsable total de mi cura. Tras algunos
tratamientos que no resultaron tan efectivos como lo esperado, como
la infiltración de corticoides o colágeno, decidimos ir a por un
tratamiento intenso, como la ONDA DE CHOQUE. Sino resultaba
satisfactorio, había que ir a por una infiltración más costosa
pero muy efectiva: FACTOR DE CRECIMIENTO.
Por
fortuna, con 4 sesiones de ONDA DE CHOQUE soy una atleta nueva. No
disfrutaba tanto corriendo desde hacía meses... No me ilusionaba
desde hacía tiempo. Estoy soñando despierta. Está siendo
realidad... fin a la lesión más dura y larga de mi vida, por el
momento... Sigo en guardia, pero no voy a mentiros, seré precavida,
pero iré a por todas.
Ha
llegado mi hora. Quiero luchar, quiero sudar y sufrir, quiero ganar y
disfrutar. Quiero entrenar. Quiero correr. Y lo mejor de todo...¡LO
PUEDO HACER!